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Como quisiera...!  

Ficha
Segunda edición - 128 páginas
 
Había una vez...
Publicado en:
“Como quisiera ” 2da. Edición/1996
“Cuentos para niños de 8 a 108 – III” 1ª Edición 2003

Un humilde pastor, en un tiempo muy lejano y en un remoto lugar, salía todos los días con su manada de ovejas blancas rumbo a la pradera. Allí las ovejitas pastaban hasta que el pastor les hacía practicar su gimnasia diaria: todas debían saltar, una en una, sobre una valla, hasta el anochecer, cuando emprendían el regreso.
Ocurrió que un duende al ver a las ovejas saltar la valla tomó esa imagen y la llevó al pensamiento de los niños que no podían dormirse. Así ellos se entretenían contando los saltos y sin darse cuenta se quedaban dormidos. Pero un día una oveja se rebeló y no quiso saltar.
Las demás se quedaron paradas, el pastor se puso triste, quiso convencerlas de que saltaran mas no lo consiguió.
En ese mismo instante, un niño no pudo seguir la cuenta y se pasó largo rato llorando, sin poder dormir.
Muy enojado, llamó al Rey de los Sueños, quien al escucharlo partió en busca del duende, el pastor y las ovejas.
Reunidos frente a la gran familia de ovejas blancas, dictó el castigo: a partir de este momento, tendrán en su familia a la primera oveja negra, y así será para siempre.
Desde ese lejano día, cuando alguien se rebelaba, pasa a ser la oveja negra de la familia.
Sin embargo, para defender nuestra dignidad, principios e ideales, muchas veces debemos rebelarnos contra el poder absoluto.
Aquella ovejita, y luego las otras, nos demuestran que es mejor vivir cubierto de lana negra y no saltando vallas con la cabeza baja.

En el Café
Publicado en: “Cómo quisiera...!” 2da. Edición /1996“

Leías concentrada.
Estabas muy seria y el humo del café se filtraba entre tu rostro y el libro.
Tomaste la pequeña taza y la llevaste a tus labios.
En ese momento, miraste hacia la calle y me viste reflejado en la vidriera.
Te observaba. Diste vuelta la cara y nuestras miradas se encontraron.
Vi que eras bella, aunque algo triste. Una leve sonrisa se insinuó en tu rostro.
Yo estaba impactado, algo nervioso. Ese era para mí un día especial, rodeado de soledad.
Pensé en ir a tu encuentro, pero la llegada del mozo a tu mesa me lo impidió.
Pagaste, agarraste el bolso, el libro y partiste.
Al llegar a la puerta diste una última mirada hacia la mesa.
Creí entender que me pedías que te siguiera. Llamé al mozo que pareció tardar un siglo.
Pagué un café que no tomé y salí rápido hacia la calle.
No podía encontrarte.
Un micro arrancaba y en él te alejabas.
Me miraste, agitando la mano del adiós.
No volveré a verte. No sabré quién eres.
Pero estarás en mí, porque en una noche triste hiciste ilusionar y estremecer mi corazón.

Memoria: mecanismo que sirve para recordarte justo cuando trato de olvidarte.

En la más brava tormenta... siempre vemos un relámpago que nos ilumina.

Lo sentirás latir, pero si no amas, tu corazón ya está muerto.

 


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